Bebés – Dormir sin problemas
Los bebés necesitan que se les duerma, no solamente que se les deje para que se duerman. Algunos bebés pueden ser dejados somnolientos y se dormirán solos, otros necesitan que sus padres les ayuden a dormirse.
La razón es que, mientras los adultos entramos directamente en la fase de sueño profundo, los niños en los primeros meses entran primero en una fase de sueño superficial. Y tras 20 minutos o más, gradualmente entran en fase de sueño profundo, del cual ya no es tan fácil despertarles.
Hay algunos niños que pueden pasar este periodo sin despertarse, y que, si se despiertan, pueden relajarse a si mismos para volverse a dormir. Otros necesitan una mano amiga, voz o pecho para entrar de nuevo en el sueño profundo. De estos simples hechos sobre el sueño, se deduce que uno de los objetivos de los padres por la noche es crear un entrono para dormir que ayude al bebé a pasar estos periodos vulnerables sin despertarse, para que entre de nuevo en la fase de sueño profundo.
En los primeros meses, las necesidades de los bebés son las más altas, y su capacidad de comunicación la más baja.
En el caso del sueño de los niños, las investigaciones sugieren que el sueño activo protege a los bebés. Suponga que su bebé durmiera igual que un adulto, es decir, predominantemente con sueño profundo. Suena maravilloso. Para usted, puede, pero no para un bebé. Su bienestar estaría en peligro. Aparentemente los bebés vienen configurados con unos patrones de sueño que les permiten despertarse en respuesta a circunstancias que afectan a su bienestar.
Los bebés, en lo que al dormir se refieren, reaccionan mejor a una continuidad en la rutina. De hecho es el momento del día en el cual una rutina preestablecida tiene importantes ventajas. En niños para los cuales la cama y su habitación se han convertido en algo desagradable y en desencadenante de llantos y sufrimiento, el establecimiento de una rutina agradable contribuye a disminuir estas respuestas de implicación emocional.
Esta idea junto a la de las siestas son el ABC de un buen sueño nocturno. Establece una hora relativamente fija para ir a la cama y un orden predecible de los acontecimientos. Este paso es muy importante para indicar al bebe que se acerca la hora de acostarse. Ponla en práctica durante una semana y ya empezarás a ver resultados positivos.
La rutina tiene que ser algo flexible y que te sientas cómoda con ella, ya que si te funciona tendrás que hacerla durante mucho tiempo.
Se trata de llevar a cabo una serie de acciones, siempre las mismas y con la misma secuencia, cada día a la misma hora. Sirve todo lo que hagas habitualmente, (cena- baño-cuento-nana-pecho y dormir) es un ejemplo.
Para que la rutina sea efectiva hay que hacerla con poca luz y evitar cosquillas ni juegos que le animen.
Si algún día se te hace tarde intenta hacer todos los pasos pero acórtalos, o sáltate alguno intermedio.