Bulimia y anorexia

Al pensar en bulimia y anorexia automáticamente nos remitimos a los conceptos de “obsesión por la imagen”, “complejos” y “disconformidad corporal”, bien se sabe que ambas enfermedades son clasificadas dentro de los denominados “desordenes de alimentación”. Se ha dicho reiteradas veces que también son desencadenadas por problemas emocionales y de adaptación al medio.

Bulimia y anorexia Se han dicho muchas cosas y hay millones de libros escritos sobre el tema, desde análisis clínicos y psiquiátricos hasta novelas y autobiografías. Lo que se deja de lado es que ambas enfermedades no siempre se originan a causa de un complejo que tiene una persona sobre su propio cuerpo (distorsión de la imagen) o causas por tontas modas que imponen estilos y maneras predeterminadas de concebir la imagen femenina y recientemente también masculina. El hecho es que anoréxicas y bulímicas han existido siempre, la diferencia esta en que hoy quizás vivimos en un mundo donde las patologías son mas emergentes o mas “comunes” que en otras épocas.

Me da la sensación de que también las enfermedades se desatan de una manera vertiginosa por modismos. Está de moda ser flaca, anoréxica y bulímica. Está absolutamente permitido desahogarse mediante vómitos y fomentar dichos hábitos mediante los estrechos esquemas que nos imponen.

El hombre hace a la cultura y esta a su vez a el. El intercambio y la construcción son recíprocos. Todo es permitido por eso nos parece normal. Lo anormal es comúnmente “normal” en este mundo que hacemos y deshacemos en cuestión de segundos. Pero mis preguntas van más allá de la bulimia, la anorexia o cualquier otra patología actual. Mis preguntas se refieren a la “adicción”, y me refiero a la no dicción de palabras, no a la ingesta de sustancias nocivas. Hemos aprendido a manejarnos mediante la imagen, todo pasa ante nuestros ojos, todo tiene que ser tocado, experimentado, sentido, vivido, palpado. Lo que no se ve no existe. Lo que no se siente no se valora. Es simple, hemos creado un culto a la imagen, dejando de lado el valor interpersonal que se construye mediante la palabra escrita y hablada. Si no hay palabras no hay mirada, ambas se sostienen en la existencia del otro que tengo al lado. Al no haber mirada no hay admiración, tan solo una manera grotesca y efímera de observar el mundo y todo lo que él contiene.

Y como dice la escritora Alice Miller: “el cuerpo nunca miente”, y lo creo, porque en el cuerpo podemos encontrar todas aquellas cosas que algunas personas no pueden poner en palabras: ayuda, tristezas, traumas, complejos y una necesidad irrefrenable de sentirse contenidos. Por ello creo que al haber ausencia de diálogo y escucha, no nos queda otra opción que vomitarlo o, en el peor de los casos, mezclarse para ser parte de un bullicio contenido y generalizado de miles de “humanos” que llevan puestos lentes y cubre orejas.

¿Resignarse?, ¿revelarse?, ¿callarse?, ¿Cuál es la salida? La salida es el cambio interno, la voluntad fundada en el amor propio y por, sobre todo, las ganas que uno tenga de vivir en un mundo más sano.