Cada estancia de la casa requiere una iluminación concreta según las tareas que en ella se realicen. En los dormitorios de niños, lo mejor es una iluminación general desde el centro de la habitación para que todo esté iluminado, debe ser capaz de iluminar adecuadamente el suelo, y las paredes, a fin de no dejar ningún rincón oscuro. Esta iluminación general se puede lograr con una lámpara de techo central o con una plataforma con tres o cuatro focos orientados. Los focos de las paredes orientados al techo pueden proporcionar también una iluminación general difusa.

Es necesario que el cuarto cuente con suficiente luz natural. Para los más pequeños debemos crear un ambiente calido, con un nivel luminoso que no resulte demasiado pesado. Para estimular su imaginación, podemos emplear lámparas con formas de  fantasía o motivos infantiles.

Resultan muy prácticas las lámparas de sobremesa, ya que aportan una luz tenue y puntual. Éstas además, pueden ser útiles para delejar encendida durante toda la noche.

En los dormitorios infantiles hay que prestar especial atención a la zona de estudio. Una lámpara orientable con una intensidad y altura apropiadas evitará cansancio en la vista y que se distraiga su atención.

La dirección de la luz es importante. Por lo general, la mejor posición es cuando viene desde la izquierda, ya que así no produce sombra al escribir. En el caso de las personas zurdas hay que ubicar la lámpara del otro lado.

No debemos dejar encendidas lámparas de luz de incandescencia por las noches, la mejor solución para facilitar una iluminación tenue son pequeñas luces  colocadas en las tomas de corriente. Además los cuartos de los niños requieren un toque decorativo diferente al del resto de las habitaciones. Los motivos infantiles y los colores vivos decoran sus dormitorios, dándoles un carácter lúdico y divertido, que no suele estar tan presente en otros lugares de la casa.